9.4.08

Di... vaga.

El otro día tuve una de esas excelentes conversaciones con mis amigos, que incluyen por lo general un par de “chan”.

Hemos descubierto el grato placer que implica juntarnos a jugar alguna barbaridad, del tipo Risk… juegos de tablero con su buena dosis de complejidad pero que dan pie a compartir, conversar y divagar… además de generar odiosidades y planes de futuras venganzas contra quienes nos aplastaron esta vez, y que, por supuesto serán aplastados con furia por las acciones de su pasada encarnación.

Uno de ellos lanzó esta “joyita” de antología: “la gracia de las minas de treinta es que ven mucho más al grano que antes, si quieren agarrar, van y agarran”. Finalmente tiene sentido mi generación.

Nunca pude comprender el alto nivel de complejidad que tiene relacionarse sexualmente, cuando mi perspectiva tiene que ver con una cosa relajada, de mutuo acuerdo, para disfrutar y pasarlo bien. Bajo ese prisma no debería ser complicado.

Creo que es por eso que defiendo el pokemonismo… no pretendo ser tan miope como para creer que están acabando con las trancas sexuales, pero al menos están cambiando las antiguas por unas nuevas, a lo mejor el cambio sirve para algo.

Lo otro bueno es que están recuperando el espacio público… las calles y plazas nunca habían estado tan llenas desde que aparecieron, están recuperando los pastos y áreas verdes, que mucho más importante que verse bien, son para los ciudadanos para disfrutar, nuestra generación fue de las últimas que pudo jugar en la calle… esta generación ha vuelto a salir de sus casas y no es al mall. La ciudad es para ocuparla.

Lo más divertido es que la misma gente que abandonó esos espacios ahora se queja de la superabundancia de esos raros peinados nuevos. Son nuestro subproducto cultural, nosotros los engendramos con esta sobredosis mental de The Cure, Robotech y trancas a lo píldora del día después.

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