6.2.09

Cacofonía

Voces que llegan directo a ninguna parte,
mientras las estrellas se disparan escupos
con pistolas de juguete.

Oigo la cadencia de tus pasos
acercándose al horizonte espacial
para ver como nos precipitamos
en un vaso de sangre de toro.

Y me pisas con tu música,
violando mi nariz con un mañana
que no puede ser
porque ya te lamiste
el bigote blanco y líquido
que echó a andar la máquina
del amor al motel y del motel al adiós,
mientras asteroides caen sobre las moscas
que tocan las tripas de gato
que sujetan mi corazón
al estanque del water.

Tú huyes al futuro y hay algo en el cielo
que baja a buscarme, entre quejidos,
para ver que no estoy listo
y he perdido el camino silencioso.

Un maldito jazzista improvisa
con las piedras pómez de la cocina.

Sin dejar de zumbar llegaron los caballos,
sin saber qué los golpeó, se empujan
para estar en la lista de amigos
de los que viajan lejos al pararse
cerca de las leyendas.

Me balanceo por las alcantarillas,
en nubes de agua servida en copas de oro.

Sicóticos esquizofrénicos
chillan a mi mamá, que quiere darme la papa,
para ser grande, como los enanos del circo,
que dicen ¡Oh! por turnos, codificados
en tubos sellados al vacío,
para no perturbar los chillidos
de los que escuchan a Michael Jackson
en cuartos cerrados.

Explosiones de gordos gigantes
de caras purulentas, machacadas
por los martillos pensantes de Sodoma
y las brillantes dentaduras confusas de Gomorra,
cubriendo a aquellos que salvaron el pellejo
por tener pelos en la planta de la vida,
lo que los matará, de cualquier modo,
mientras duerman libres de ataduras.

Adiós, torpe muchacho,
recorre tus sesos desparramados
en palitos de fósforos mojados
de luz, que se apaga lentamente

3.2.09

Grito Sordo

Vive y llora la vida de este escrito,
que yace muerto
a los oídos del olvido;
anegado de exageraciones mundanas,
atraído por Lo Divino,
bailandando alrededor de la hoguera
de la incertidumbre.

Sonríe, loco ahora,
antes que acaben de afinar el piano
y dime si tus huesos
son el xilófono de Dios.

Canta durante el sexo crudo y virtual
con tu armónica sampleada,
suspiros que no encienden el automóvil
para poder huir de Stonehedge
con sus malditos círculos druídicos
adictos a la sangre seca inyectada al silencio,
directo a la percusión de tu cabeza
que se agita en frenesí,
buscando a quien colgó tus entrañas en el Municipal,
impidiendo la entrada
a los elefantes góticos,
embutidos en tutús de cuero negro.

Ayer sonreíste en mi helado
y saliste a ver el afuera.

No hay adelante sin atrás...

Estaba revisando archivos y encontré mi antigua página web... tanto material que ahora no está en ninguna parte, si muere mi disco, mueren tantas cosas... asi que vamos a empezar con un respaldo virtual del pasado, para poder mirar adelante, sin olvidar lo que ya pasó.

Lo otro es que ya dejé de ser el de la foto... voy a tener que buscar alguna otra imagen... para marear y repetir hasta que, al cerrar los ojos, esté marcada en mi retina.